* Por Adrián Sotelo
* Foto: Florencia Tagliabue
* De AGENDA CULTURAL PRISMA
Palmas, aplausos (parecidos pero distintos), gritos y risas es el resultado del partido que ayer ganó el Payaso Abelardo en la sala llena del Teatro Municipal de Lomas de Zamora. Bueno, está bien, no fue un partido pero Abelardo dice que “parecía una mini tribuna de fútbol. Los aplausos se escucharon muy fuerte”.
El de Abelardo es un show de circo que tiene un gran despliegue físico: malabares y diferentes pruebas de equilibrio con un rolo y con monociclos. Para lograrlo tiene que seguir una rutina de entrenamiento todos los días que lo ayuda a mantener el cuerpo “templado y listo para hacer la función”.
En escena, el Payaso estuvo solo pero hizo participar a todo el público e incluso hizo subir a un niño, una niña y dos padres para que lo ayuden a realizar distintos números, entre ellos uno musical en el que tocó el acordeón mientras realizaba equilibrio subido a un monociclo.
Con gran dominio escénico, Abelardo se ganó la atención y la aprobación de los espectadores más exigentes: los nenes que, si se aburren, se ponen a hacer otra cosa.
Abelardo, que vive en Necochea pero es de Lomas, cuenta que lo que sabe lo aprendió en la plaza, donde “tenés que conseguir la atención de la gente. En un teatro es mucho más fácil. Con el telón cerrado, sacás la mano y todos aplauden. Para que en la plaza todos aplaudan, tenés que darle mucho ritmo al espectáculo”.
Los próximos pasos del Payaso son el Festival Internacional de Títeres de Posadas y algunos festivales en Brasil. A la vuelta, tratará de volver a la plaza de Lomas porque para él “la plaza nunca fue un lugar de pasada para llegar a otro lado”. “Siempre que puedo despunto ahí porque es un lugar para estar siempre. Con un buen sonido, la función sale igual que en un teatro. Se puede hacer digno un trabajo callejero”.
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