Por Agustina Lavia
Producida por Endemol, Black Mirror es una serie que salió al aire por primera vez en 2012, la cual no tardo en generar polémica en sus televidentes, instalando temas que incomodan y nos hacen reflexionar acerca del consumo y de cómo implementamos las herramientas que la tecnología nos brinda hoy en día.
Con un primer episodio que te vuela la mente, la serie instala una serie de incógnitas que te dejan con ganas de más: ¿Hasta dónde puede llegar el morbo de la gente? ¿En qué medida deberíamos recordar todo lo que vivimos? ¿Existen las réplicas humanas y se puede vivir con ellas? ¿Cómo funciona el consumo de masas hoy en día? ¿Los sistemas operativos personales son el futuro de la humanidad?
En cada episodio, la serie instala una de estas incógnitas y las responde de la manera más sincera posible, la cual, en la mayoría de los casos, lleva al espectador a un nivel de incomodidad y reflexión pocas veces logrado con otras series.
Black Mirror viene a instalar dudas que desvelan a la humanidad desde hace mucho tiempo, cuestiones que algunos adelantados como Ray Bradbury ya habían puesto en discusión, pero con el agregado de manejar un relato completamente inserto en la coyuntura que nos atraviesa, cuestionando nuestras costumbres de manera cruda. Pero por sobre todas las cosas, pone en evidencia las consecuencias del manejo que tenemos de la tecnología, hacia donde vamos en un tiempo no muy lejano e intenta descifrar qué es lo que buscamos en esas pantallas negras que tanto nos cuesta dejar de mirar.
(podés ver Black Mirror en Netflix, la serie tiene 2 temporadas de tres capítulos de 60 minutos cada uno y un especial de navidad que dura 90 minutos muy recomendable. Los derechos de la serie fueron comprados por Netflix en noviembre del año pasado, empresa que firmó contrato para hacer una tercera temporada que constará de 12 capítulos).